¡Lo confieso! empecé con el ejercicio después de mi tercer embarazo, solo quería perder unos kilos por lo que pensé sería algo temporal, unos mesecitos dando “brinquitos” y ¡listo! (en esa época estaban de moda los aeróbicos). Nunca imaginé que podría vivir de los “brinquitos”, y que el ejercicio se convertiría en parte fundamental de mi vida.
Tardé en comprenderlo, creo que la mayoría de las personas no han entendido, lo importante que es el ejercicio para nuestra salud. Al principio, la vanidad nos mueve a hacerlo, para perder peso, tener músculos y lucir bien, no hay nada malo en eso; pero con mi experiencia, sé que el ejercicio es mucho más que eso. El ejercicio fortalece íntegramente el cuerpo, a nivel cardiovascular, respiratorio, muscular, esquelético y cerebral. No hay sustituto, ni píldora, ni operación, ni droga. Necesitamos movernos, es vital para el organismo. Respirar profundo fuerte, acelerar el corazón y sudar es esencial, para el bueno funcionamiento del cuerpo, mente y alma.
Al final de una sesión intensa de ejercicio, aunque agotada, termino con un enorme sentimiento de libertad, bienestar y paz. Estados Unidos, la primera potencia del mundo, gasta casi el 20% de su PIB en salud, y aun así, la mitad de su población presenta problemas de enfermedades crónicas, y su esperanza de vida está en declive. El sobrepeso y la obesidad están por todos lados.
La mala alimentación junto a un estilo de vida sedentario, las horas trabajando sentado, más cuatro tumbados viendo TV y ocho durmiendo, no hacen una buena combinación, mientras no cambiemos estos hábitos, la salud definitivamente no va a mejorar.